era domingo y ellas hablaban, yo solo escuchaba
IV
A Isa le gustaba cantar mientras caminaba. Odiaba profundamente a la tipa de informe once y el pelo despeinado, tenía las manos de pan dulce y no entendía por qué demonios a la gente le molestaba el desorden…
V
La tarde era oscura y afuera las nubes dejaban caer la lluvia. La pequeña casa apenas si tenía algo de luz dentro. El sonido del agua en el fregadero se hacía lentamente insoportable. Los platos, recibían el agua fría, las manos congeladas de LUCÍA repasaban cada instante de ellos. A ISA le gustaba cantar… ahora lo hacía, pero no trataba de competir con el agua del fregadero ni con el ruidito de los platos… “te de manzanilla es lo mejor, si uno enfermo esta, todo sirve porque es lo mejor, con menta o con te verde el te y con combinación, en agua, en microondas, en cafetera… mientras tenga manzanilla sabrá muy bien y oloroso será… y las nubes sacarán la boca por la ventana”. Y seguía el agua cayendo. El tiempo era imperceptible, nadie sabía si estaba o si nada más se había fugado. La sombra se pegaba en cada espacio libre, era casi tan chicloso como el sonidito de las chancletas de LUCY. Y no pasaba nada… solo el agua, el te de manzanilla y la penumbra.
La leche tenía una semana estancada en el plato de conejitos. Hasta ahora lo veía, aunque llevara ahí lo suficiente. Una mano pequeña sumergía sus dedos en el caldo blanco y tibio del plato. Habían larvas o cositas ahí, en medio la cosa babosa que resultó de la leche. Seguía lloviendo. Y el agua del fregadero era eterna, como la canción de ISA, en ese instante donde el tiempo estaba estancado.
VI
Isa me dijo… algo que Ray Bradbury había dicho. Entonces yo lo tomé por el cordoncito que me dejó y le di lo que necesitaba para crecer. Lo hice brotar, como el olor asqueroso de las hamburguesas de mercado… “El pensamiento mata la creatividad”. Qué putas…
No es cuestión de asesinar a nadie, ni de preservar estoicamente algo, es nada más sentarse y dejar que todo fluya, como la vocecita molesta de Lucía con sus chancletas ruidosas. Y ya. Punto.
VII
Sí… Lucy tenía razón, la gente debería empezar a usar fragancia de yuca. “Huele muy rico”. Supongo que sería casi tan necesario como tener una luz pequeñita para necesidades pequeñitas, como ver dónde dejaste los lentes en medio de la noche o tratar de encontrar tus zapatos…
La cuestión es que nadie todavía ha entendido mi terror por perder los zapatos…
2 comentarios:
montse...la gente va a saber la verdá...que vivimos en un chiquero de mil diablos!! que lavar platos apesta...que si vos los enjuagaras un poquito yo no tendría que meter mis manos de pan dulce en el caldo asqueroso...y sí...me acuerdo de la canción de aquel día...y del asqueroso olor de la olla del dolor (anécdota para otro época del año)...y montsé yo digo parce que vamos a cocinar vamonos vamos a cocinar vamonos...con jose andrés...y con mamá y papá.
LA OLLA DEL DOLOR!
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