Vos sabés que yo sé que te voy a encontrar como todos los días en el bus de la mañana... Vos sabés. Sabés que me vas a encontrar contando moneditas (esas de aluminio que de deshacen con el viento) frente a un chofer desesperado... "mamita págueme después"...
Y yo sé que te voy a encontrar como siempre... con el folleto arrugado en las manos. Y no creo que haya alguien como vos, no he sabido de nadie -aparte de un chiquito que bailaba en medio de una neblina terrible- que supiera de las bondades de la lectura en movimiento... y claro, siempre hay que dejar de lado las amenazas maternas, eso de "se te va a desprender la retina" acompañado de la voz aterrorizada de la madre correspondiente. Pero hay algo en vos que se me hace familiar.
La típica postura de los desprendedores anti-retina, la espalda encorvada y los pies a unos cuantos centímetros del suelo... pero vos sabés cuando entro, sabés dónde me voy a sentar. Y lo más divertido de todo esto es tener a Jeannette de fondo...
Y yo sé que te voy a encontrar como siempre, en el asiento de afuera, el bulto sobre las rodillas, escuchando, pensando... ¿En dónde llevás la cabeza hoy? No tengo idea... No me has dicho tu nombre. ¿Para qué? Y... vos sabés, costumbre, pero... está bien que no tengás uno, así no voy a tener que aprenderlo. Esa, no es una razón para no tener nombre. Tenés razón, pero es la más cercana, no sería bueno entrar en cuestiones de identidad ni esas tonteras... Sí, te entiendo. Adiós. Nos vemos mañana...
Divertidos los cuatro asientos... más aún el simple hecho de estar siempre a la misma distancia.
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