Hicieron esa tarde tortillas y las comieron con queso. Estaba nublado, siempre estaba nublado.
- Parí un hijo suyo.
- Cierto.
- Me destrozaron el cuerpo.
- Eso poca importancia tiene. Vuelva los ojos y sea paciente.
- Creo, señor, que no voy a seguir esperandolo.
- Son solo seis meses, parece mucho pero es poco. Todavía puede esperar mas, tenga paciencia.
- Nunca mas.
Y así, ella tomo su hijo, salió por la ventana y desapareció.
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